martes, 31 de octubre de 2017

EL DERECHO A ENAJENAR LO PROPIO

Después de nuestro pacto matrimonial mencionado en el apartado anterior, comencé a revisar uno de los derechos más vinculados a la propiedad privada: el poder de enajenarla. 
Una vez que hube comunicado a los míos, mi derecho a un lote, recibí un consejo de una persona sumamente autorizada por mí, que me decía que tendría que ver la posibilidad de venderlo y así salir de mis deudas, verdaderamente muy pesadas. 
De repente dos grandes corrientes de pensamiento contrapuestas comenzaron a pugnar en mi interior:
a) La del desapego en pos de un presente con mejor calidad de vida. b) La del sacrificio en pos del cumplimiento de sueños muy costosos.
Me debatí mucho entre ambas posturas y lo que me hizo decidir por la segunda, fue darme cuenta que con orgullo, soy al menos un 80% Cristiano y un 20% pagano (entre ello; budista). Quienes son como yo, tenemos una larguísima formación en el "honorable sacrificio de la vida", bajo diversas esperanzas de felicidades, cada vez mayores, hasta alcanzar la FELICIDAD DEFINITIVA en el Cielo. 
Un sacrificio como el que estoy realizando es con una esperanza de ver materializado el anhelo de gran parte de mi vida, consistente en llegar a tener una casita propia en las sierras, que hoy, casi a mis 50, sería para renta y ya no para vivienda, ya que el año pasado comencé a habitar mi lugar en el mundo; El Refugio de Unquillo. 
Con el cumplimiento de ese sueño, continuaría dando pasos trascendentes en otra de mis carreras, que también es de los sueños más importantes que siempre tuve: Ser rentista, que junto al de dejar una linda herencia, son "aspectos esenciales" de mi Vocación Social. 

viernes, 27 de octubre de 2017

ACUERDO MATRIMONIAL

Ayer 26 de Octubre del 2017 (= 1) con Ely llegamos a un nuevo acuerdo que vino a revisar y suplantar al anterior, sobre la división de la sociedad conyugal, con miras a nuestro divorcio. 
Hemos decidido que Ella se quedará con 4.805 m2 de María Cruz, y yo, con 1.700 m2, ambos terrenos con salida al Arroyo del Valle, al que le llamamos: "Guadalupe". 
La mayor superficie que hemos asignado para ella, se debe a que el Peugeot 207, quedará para mí.
Juntos continuaremos pagando las deudas por ambas propiedades, aportando ella, bastante más que yo, puesto que cobra más. 
En marzo comenzaremos los trámites del Divorcio y Homologación del acuerdo para la Disolución de la Sociedad Conyugal,  y más tarde; mensura, subdivisión y nueva escrituración, para lo cual establecimos un plazo máximo de 2 años y medio.


martes, 24 de octubre de 2017

A MIS AMIGOS DEL SECUNDARIO

El Refugio, Bº Estancia San José, Pueblo Unquillo, 24 de Octubre de 2017, 1: 50 a.m.

Saben que siempre me gustó poner nombres. 
Belén, mi nueva A.T., que comenzará a trabajar conmigo éste jueves, es la única que me ha entendido el por qué. Ella dice que ello me "ordena". 
La cosa es que desde la adolescencia cuando es normal que las personas se identifiquen con tales o cuales grupos en su búsqueda de la propia identidad, me ocurre que no me podía identificar ni con unos Monserratenses (conservas), ni con  los otros (progres), ni con los Leoninos de uno y otro lado.
Hay tres cosas que me gustaría compartirles esta noche de "iluminación":

1) Parecería patológico que a ésta edad todavía siga en esa búsqueda adolescente, sin embargo humildemente no creo que sea así, pues en realidad no es aquella misma búsqueda sino propiamente una exploración en la crisis de la mitad de la vida que todos estamos atravesando, una especie de repaso, se le podría decir.

2) Me remito al Eneagrama, que tantas veces nos lo mencionaba Martín, para fundamentar que los de mi eneatipo 4, tenemos entre otras características, a veces ventajosa, muchas otras, una verdadera carga...: el hecho de ser únicos. 

3) El nombre con el que englobo a mis amigos del Monserrat que me adoptaron en 1982 y los compañer@s de aula, que también me acompañan desde ese mismo año, y con los que pertenezco a la Familia Mercedaria. Ese nombre es:
"Amigos de la Secundaria". 

Todos ustedes saben que el mayor de mis desafíos desde muchos puntos de vista es "permanecer inserto". Por favor, no hagan caso a mi conducta cíclica y abandónica recurrente. También saben que cuando regreso de mis viajes introspectivos, vuelvo con toda mi intensidad.

Abrazo amigos del Secundario. ¡Son parte de mí! No lo olviden nunca. 

¡BRAVO POR CAMBIEMOS! 



EL MAGO

ULTIMA EUFORIA

EL DESGANO

sábado, 14 de octubre de 2017

BIENVENIDO DESGANO

Después de haber llegado a la conclusión que anduve 2 y 1/2 meses en una especie de borrachera continua debido a mi ultima Euforia, ahora me doy cuenta que desde el día de la Primavera comenzó a hacer su entrada en éste 2017, el tan conocido y poderoso: "Desgano". Bienvenido seas!!! Por más que lo primero que me estés haciendo sentir como algo negativo, pero muy necesario en mí, sea el pudor de la resaca.
También me has traído sueño, (en ambos sentidos) pues he estado durmiendo mucho más de lo saludable, a la manera de escape de realidades adversas..., y a partir de hoy, me has comenzado a brindar además; nuevos ensueños, anhelos o deseos y que están buenos, porque están ocupando una cierta sensación de  vacío circunstancial y transitorio por la que ando atravesando ultimamente.

miércoles, 11 de octubre de 2017

LA ULTIMA EUFORIA

Euforia:

Sensación exteriorizada de optimismo y bienestar, producida a menudo por la administración de medicamentos o drogas, o por alguna satisfacción material o "espiritual".

El martes 25 de Julio de este año estaba madrugando y organice una visita a la casa de Faustino para el domingo y lunes siguientes. Ese día martes fue el comienzo de mi euforia de este año.
El 29 de Agosto al final del día del abogado, recibí como regalo de Dios, mi amistad con Adriana. El 2 de septiembre fue nuestro primer encuentro presencial, fue espectacular y a ambos se nos regaló un éxtasis místico. 
EL 5 DE SEPTIEMBRE FUE UN DÍA CRUCIAL: HICE CONSCIENTE QUE DIOS ME BENDECÍA, CONVIRTIÉNDOME AL FIN, EN MAGO CATÓLICO Y MACROECUMÉNICO. 
El 11 de septiembre, aún extasiado, sometí a prueba ante Acapef mis dotes de docente, aprobé con felicitaciones. 
El 16 de setiembre nos estábamos reuniendo: "El Grupo de los 8" en el Refugio para presentarnos respectivamente Adriana y yo, algunos de nuestros amigos. Cada uno invitó a 3 (2 mujeres y 1 hombre) y festejamos por anticipado el día de la Primavera. 
EL 22 corté, pequé y perdí el éxtasis. Más tarde nos reconciliamos y después ella me cortó. 
El 23 hice sonar el alerta a mis terapeutas, ese día me subieron la medicación. Al tercer día de esto, comencé a bajar de mi euforia, exactamente el 26 de setiembre. 
El 30 de septiembre nos reconciliamos como amigos y desde entonces hemos vivido bastante cansados, sufriendo los dos; "los efectos del aterrizaje". Algunos le llaman a ésto simplemente enamoramiento, sin embargo en nosotros fue al mismo tiempo mucho más, ya que alcanzó ribetes súmamente místicos y  por otra parte, mucho menos, ya que terminamos siendo amigos, sin quedar nuestros corazones comprometidos. Fueron 2 y 1/2 meses. 

lunes, 9 de octubre de 2017

MI MISIÓN

Durante muchos años lo supuse; los frailes Mercedarios me habían enseñado su carisma redentor que quedó en mi persona como impronta y por lo tanto desde esas clases de religión que recibía en el colegio, iba identificándome cada vez más con ese carisma de la Orden y La Familia Mercedaria.  Pero fue este 6 de Octubre próximo pasado cuando sentí de manera definitiva que el Espíritu Santo me revelaba inequívocamente mi misión personal: Redentor.
La cuestión merece algunas explicaciones pues si no las hago puede prestarse a equívoco.
El Redentor por excelencia es Nuestro Señor Jesucristo, y en Él, redención es sinónimo de salvación.
Los Mercedarios son redentores en cuanto imitan a Cristo en un pequeño aspecto del Maestro; son defensores de la libertad de las muchas cautividades que existen en el mundo de hoy, aunque en sus orígenes eran liberadores de esclavos.
En mí, la redención de la que hablo no solo es un carisma que comparto con la familia Mercedaria, sino que es también mi misión personal, por lo que ésta es anterior a la formación religiosa, resulta ser innata, en consecuencia hoy me parece muy lógico el por qué elegí educarme en el León XIII y luego por qué estudié Abogacía.
En definitiva mis pasos, que por cierto eran muy libres desde muy pequeño, estaban siguiendo la inconsciente e invisible Guía del Espíritu Santo, la cual hoy se me revela y hace plenamente consciente.
Soy entre otras cosas y entre las más importantes: Abogado defensor de la Liberdad de las Personas y esa es mi misión desde la cuna.

domingo, 8 de octubre de 2017

MACROECUMENISMO

EL MACROECUMENISMO: EL ECUMENISMO DE DIOS, por José María Vigil.




No podemos mirar el mundo ni enfocar nuestra vida desde la visión exclusiva de una raza, una cultura, pueblo o Iglesia. Nos sentimos ciudadanos del mundo, peregrinos de la historia total, responsables de la universalidad del cosmos, hermanos y hermanas de todas las criaturas.

El ecumenismo de Dios nos impide absolutizar mediaciones tales como nuestra propia Iglesia o nuestra religión. Nuestra pertenencia a una Iglesia no agota ni expresa adecuadamente nuestra pertenencia fundamental, nuestro «lugar social religioso»13, que no es ya el pequeño mundo de una confesión particular, sino –a imagen y semejanza de Dios- el amplio ámbito macroecuménico, el universo de las religiones, la Humanidad buscadora de Dios. Cada vez más, hoy, para ser religioso hay que serlo intrerreligiosamente, y macroecuménicamente.
El macroecumenismo de la misión cristiana
La nueva experiencia de Dios que hemos hecho… a través del redescubrimiento de Jesús, nos hace sentir también el macroecumenismo de la misión del cristiano. Hablamos de la misión fundamental de todo cristiano, más allá de toda vocación o carisma particular.

Esta misión consiste en «vivir y luchar por la Causa de Jesús, por el Reino», y ésa es, evidentemente, una misión máximamente macroecuménica. Porque el Reino es vida, verdad, justicia, paz, gracia, amor... entre todos los hombres y mujeres, entre todos los pueblos, y comunión de ellos y ellas con la naturaleza y con Dios. La misión de que nos sentimos investidas las personas cristianas es vivir y luchar por esta Utopía.

Ahora bien, esta misión no es otra que la de toda persona humana.

Nuestra tarea como cristianos no es otra que la que nos compete como personas. En principio los cristianos no tenemos una misión propia, específica, distinta, reservada, sólo viable para los iniciados. Nuestra vocación coincide con la vocación humana, porque nuestro sueño coincide con el sueño de Dios.

Siendo lo que somos, personas cristianas, no nos sentimos pertenecientes a una facción, a un particularismo filosófico o teológico, a una secta que nos sustraiga de las grandes preocupaciones y perspectivas. Nuestras Causas son las Grandes Causas de la Humanidad, Causas y Sueños de todos los pueblos, Causas y Sueño también de Dios.

Por eso, siempre que los hombres o mujeres, en cualquier circunstancia o situación, bajo cualquier bandera, trabajan por las Grandes Causas del Reino (amor, justicia, fraternidad, libertad, vida...) están cumpliendo el sentido de su vida, están haciendo la voluntad de Dios, están luchando por la Causa de Jesús. Por el contrario, no siempre que las personas se declaran
cristianas y viven y luchan por sus Iglesias están haciendo la voluntad de Dios. No será otro el criterio escatológico por el que Dios juzgará a los seres humanos (Mt 25, 31ss): un criterio totalmente macroecuménico, no confesional, no eclesiástico, ni siquiera «religioso».
Común a todo ser humano
Esta «gran misión cristiana» que creemos que es común con la misión de todo ser humano, no dejamos de vivirla con nuestra propia luz de fe cristiana, con nuestra propia tradición. Hemos valorado mucho siempre nuestra propia tradición religiosa, como han hecho todas las religiones. Y como ellas también, hemos exagerado su valor cuando hemos absolutizado muchos elementos que eran realmente relativos, y cuando nos hemos considerado a nosotros mismos como el propio centro del universode las religiones... Hoy consideramos que la luz de nuestra fe es una luz «superior», porque viene de arriba, pero no es una luz superior a las demás
por principio, sino una luz más entre las muchas luces de Dios que iluminan a la Humanidad, y cuya superioridad habrá que analizar a posteriori comparativamente con las demás luces, con mucho realismo y objetividad. Macroecuménicamente, valoramos todas las luces que iluminan a todos los seres humanos que vienen a este mundo.

En relación con los otros

Por esta coincidencia entre la misión cristiana y la misión humana, nos sentimos bien en cualquier sociedad humana abierta. No necesitamos vivir en sociedades aparte, ni en sociedades cristianas, de régimen de cristiandad, porque lo que para nosotros importa no es el «decir ‘Señor, Señor’», sino estar a favor del proyecto de Dios. Nos sentimos llamados a colaborar con todos los que buscan la verdad y el amor, aunque no sean cristianos, ni siquiera creyentes. Nos alegramos de todo lo bueno que en el mundo fermenta, y nada humano lo consideramos ajeno a nosotros mismos, o irrelevante para una mirada atenta a la presencia de la salvación. El mundo, la sociedad, la historia, son nuestro propio ambiente vital, como ciudadanos del mundo y responsables de la sociedad, de su proyecto, de su misma esperanza... Ese mundo es el campo en el que nos sentimos llamados a realizarnos plenamente. Podemos y debemos colaborar con todos, sin visiones chauvinistas ni ópticas monocromáticas.

No dejamos de tener una identidad cristiana específica, pero es una diferencia accidental añadida y que no nos separa del mundo, sino que nos reenvía a él. Nuestra gran referencia no es esa identidad cristiana ni ninguna otra referencia confesional diferenciante, sino la «gran misión humana», la común vocación de constructores de la Utopía, luchadores por las Grandes
Causas. Ante Dios, lo que importa no será ser cristiano, judío, musulmán, hindú o sintoísta... sino haber gastado la vida en pro de las Grandes Causas.

A diferencia de otros tiempos en los que los cristianos hemos medido todo lo ajeno con la medida de nuestros propios valores, hoy valoramos lo que no es cristiano reconociendo su valor intrínseco, por sí mismo. No llamamos a nadie «cristiano anónimo», ni a ningún valor lo llamamos «Verbo sembrado», ni «semillas del Evangelio» o «preparación evangélica». No importa que las personas sean cristianas o no, sino que sean ciudadanas del Reino. Y sus valores no valen por la participación que tengan de nuestros propios valores, sino de la que tengan en los valores de Dios mismo, fuente de todo bien.

El conflicto en la misión cristiana

Pero también nos encontramos con la oposición y el conflicto. Hay quienes se oponen a los intereses comunes de la comunidad humana a favor de sus propios intereses egoístas y opresores. Unas veces somos combatidos, otras debemos luchar y oponernos. A veces somos perseguidos por nuestra fe, y otras veces somos nosotros los que sentimos la necesidad de criticar la actitud de nuestra propia Iglesia o religión. El conflicto forma parte de la historia y de nuestra vida.

Ahí, nuestra actitud macroecuménica nos hace saltar por encima de fronteras chauvinistas entre «los nuestros y los otros», haciéndonos medir nuestras solidaridades y oposiciones en función de la utopía del Reino. También aquí el reinocentrismo es la medida de todo. Nos sentimos más unidos a aquellos que, aun sin ser de nuestra religión, sin referencia a Cristo o sin fe explícita en Dios, luchan por su Utopía (que nosotros llamamos Reino en lenguaje bíblico cristiano) y por tanto se posicionan a favor de la justicia, a favor de los pobres y de la liberación integral, que a aquellos que tal vez con el nombre de Cristo Rey en los labios, se posicionan a favor de la injusticia y la opresión, y se oponen a los pobres.

Si nuestra verdadera pasión es la llegada del Reino, y todo lo medimos ecuménicamente con esta medida –como decimos-, nos sentiremos más unidos a aquél que realiza la Causa de Jesús aun sin conocerlo, que a aquellos que -quizá incluso en su nombre- se oponen a ella.

Esto es tremendo, pero es real. Y es evangélico. Jesús mismo sentía esa mayor cercanía. Él se identificó más con el samaritano que con el sacerdote y el levita, más con la liberación de los pobres que con el culto del templo (Lc 10, 25ss), más con los pecadores humildes que con los fariseos satisfechos de sí (Lc 15, 11-32; Mt 21, 31-32), más con el que hace la voluntad de Dios que con el que dice «Señor, Señor» (Mt 7, 21), más con los que dan de comer al hambriento, aun sin conocerlo (a Él) (Mt 25, 31ss), que con los que hicieron milagros en su nombre (Mt 7, 22), más con el que decía que «no» pero hacía la voluntad del padre que con el que decía que «sí» pero no la hacía (Mt 21, 28-32).

Conocemos muchos casos en la historia en los que la verdad del Reino ha estado más del lado de los que han sido perseguidos por los cristianos y hasta por la propia Iglesia, que del lado de éstos y de ésta. Cuando los indígenas de Abya Yala fueron invadidos, expulsados y masacrados o esclavizados, la razón de Dios estaba de su parte, y no de la del que esgrimía la Cruz o el mandato del Papa en el «Requerimiento». En la guerra civil española, que fue considerada «cruzada» por la Iglesia, unos murieron con el nombre de Cristo Rey en los labios y en su corazón, pero en connivencia con el ejército que combatía a los que de hecho defendían las Causas de la soberanía popular, el orden constitucional, la democracia y la superación del capitalismo, Causas que entonces daban cuerpo a la utopía del Reino proclamado por Jesús. Las revoluciones por los derechos humanos modernos hubieron de ser anticlericales y perseguidoras de las Iglesias, porque éstas se posicionaron a favor de las monarquías y oligarquías, a favor del orden del privilegio y del Ancien Régime. En la larga marcha del ascenso del socialismo mundial, la Iglesia ha estado invariablemente con el capitalismo, poniendo la libertad económica de los poderosos por encima de la justicia y la dignidad de los pobres. Finalmente, en las revoluciones populares latinoamericanas, la Iglesia católica institucional ha sido uno de las grandes obstáculos que no pudieron superar los movimientos liberadores de los pobres. En estas y otras muchas coyunturas históricas graves, así como en los conflictos de cada día, la perspectiva macroecuménica nos solidariza primariamente con el amor y la justicia, la libertad y el bien de los pobres, y nos enfrenta a quien se opone a ellos, aunque sea de nuestra religión o nuestra Iglesia. El macroecumenismo se mueve en otras coordenadas, sin el fanatismo de defender, por espíritu de cuerpo, a nuestra religión o de nuestra Iglesia, a cualquier precio, por encima de de las Causas a las que la misma Iglesia se debe.

lunes, 2 de octubre de 2017

ALIMENTO PARA EL ALMA

Nuestra alma necesita alimentarse de amor. Cuando ya se nos han ido los padres, nos queda el Amor Filial a Dios y a la Madre Sacratísima aunque el amor que nos va a sostener en el día a día, será el amor fraterno, es decir, el que se tiene con nuestros hermanos de sangre y con esos hermanos elegidos; los amigos íntimos.
Tal vez Dios nos de en gracia alguna que otra amiga de esas con las que se tienen derechos especiales y de esa manera podamos experimentar una gran sensación de plenitud.
Aunque no tengamos hijos también podemos explorar el amor filial con sobrinos, ahijados y amiguitos muy menores, con éstos nos podemos sentir bien fecundos, perfeccionándose el ciclo de la vida aunque no tengamos una familia tradicional y seamos básicamente "Singles".