Nuestra alma necesita alimentarse de amor. Cuando ya se nos han ido los padres, nos queda el Amor Filial a Dios y a la Madre Sacratísima aunque el amor que nos va a sostener en el día a día, será el amor fraterno, es decir, el que se tiene con nuestros hermanos de sangre y con esos hermanos elegidos; los amigos íntimos.
Tal vez Dios nos de en gracia alguna que otra amiga de esas con las que se tienen derechos especiales y de esa manera podamos experimentar una gran sensación de plenitud.
Aunque no tengamos hijos también podemos explorar el amor filial con sobrinos, ahijados y amiguitos muy menores, con éstos nos podemos sentir bien fecundos, perfeccionándose el ciclo de la vida aunque no tengamos una familia tradicional y seamos básicamente "Singles".
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