lunes, 9 de octubre de 2017

MI MISIÓN

Durante muchos años lo supuse; los frailes Mercedarios me habían enseñado su carisma redentor que quedó en mi persona como impronta y por lo tanto desde esas clases de religión que recibía en el colegio, iba identificándome cada vez más con ese carisma de la Orden y La Familia Mercedaria.  Pero fue este 6 de Octubre próximo pasado cuando sentí de manera definitiva que el Espíritu Santo me revelaba inequívocamente mi misión personal: Redentor.
La cuestión merece algunas explicaciones pues si no las hago puede prestarse a equívoco.
El Redentor por excelencia es Nuestro Señor Jesucristo, y en Él, redención es sinónimo de salvación.
Los Mercedarios son redentores en cuanto imitan a Cristo en un pequeño aspecto del Maestro; son defensores de la libertad de las muchas cautividades que existen en el mundo de hoy, aunque en sus orígenes eran liberadores de esclavos.
En mí, la redención de la que hablo no solo es un carisma que comparto con la familia Mercedaria, sino que es también mi misión personal, por lo que ésta es anterior a la formación religiosa, resulta ser innata, en consecuencia hoy me parece muy lógico el por qué elegí educarme en el León XIII y luego por qué estudié Abogacía.
En definitiva mis pasos, que por cierto eran muy libres desde muy pequeño, estaban siguiendo la inconsciente e invisible Guía del Espíritu Santo, la cual hoy se me revela y hace plenamente consciente.
Soy entre otras cosas y entre las más importantes: Abogado defensor de la Liberdad de las Personas y esa es mi misión desde la cuna.

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